La soldadura por ultrasonidos es el método más rápido y, al mismo tiempo, más económico actualmente aplicado para unir y montar piezas de plástico y metales no ferrosos entre sí. La ventaja fundamental de la soldadura por ultrasonidos es que permite trabajar sin adhesivos, sin elementos de unión ni disolventes, por lo que su aplicación resulta especialmente ecológica y rentable.
Para la unión de los elementos, se puede utilizar todo tipo de termoplásticos sólidos y fibras sintéticas. En la soldadura por ultrasonidos interviene una herramienta acústica que genera ondas sonoras de alta frecuencia. Al hacerlo, las piezas que se van a unir se someten a vibración y generan calor en la superficie de contacto por fricción, de modo que se funden y se unen entre sí.
Los factores esenciales del proceso de soldadura por ultrasonidos son: material empleado, superficie de contacto, posición del cordón de soldadura, diseño de la unión y amplitud de la soldadura. Estos deben tenerse en cuenta a la hora de elegir la herramienta.
Este método se desarrolló en los años 1940. Por el contrario, la soldadura de metal por ultrasonidos se desarrolló en los años 1950 y, desde el momento en que los aparatos se empezaron a controlar por ordenador, esta técnica también empezó a aplicarse al plástico, donde ha logrado resultados rentables de alta calidad.